«Mira mi aflicción y mi trabajo, y perdona todos mis pecados». Es beneficioso para nosotros cuando las oraciones por nuestras aflicciones van unidas a las súplicas por nuestros pecados; cuando, hallándonos bajo la mano de Dios, no somos completamente absorbidos por nuestros padecimientos, sino que recordamos nuestras ofensas contra él. Es un bien, asimismo, llevar las aflicciones y los pecados al mismo lugar. David llevó su aflicción a Dios, y a él confesó su pecado. Observemos,
Page 110